Vidas Maxeadas - managerzone 14

Continúa de la edición anterior…

Luego del particular gol en contra de Cayetano, y ante la bronca y el fastidio de su compañero en la zaga central y del resto de sus compañeros, el técnico del Peterete United intentaba calmar los ánimos desde el borde de la cancha: “Vamos muchachos, no se desesperen que todavía falta mucho”. Y para nuestro personaje eso era lo peor de todo: aún faltaba mucho para que finalice aquella agónica tarde…
Jamás en su puta vida había sudado tanto, claro que no por su esfuerzo físico, sino por el tremendo nerviosismo que le carcomía las entrañas. Los pelambres de las axilas parecían peinados a la gomina de tanto que sudaba el pobre Cayetano. De a ratos, “el lerdo” miraba hacia la platea visitante y allí veía las miradas virulentas de Trampponi y Sttaffa, aquellos dos secuaces que días antes le habían “pedido el favorcito”. Y, para colmo de males, se le venía a la mente la cara de su mujer, La Rosita, diciéndole: “Comprame una crema para los juanetes, desagradecido”…
El tema era que Cayetano ya había cobrado una parte de la cometa prometida, entonces ya no había marcha atrás. Era consciente de que se había metido con gente bien pesada, que no se andaba con vueltas si había que voletear a un ingrato.
La cuestión es que finalizó el primer tiempo, ambos equipos se fueron a los vestuarios, y el marcador anunciaba el triunfo del Silencio Stampa por un tanto contra cero. Con ese resultado el equipo de Cayetano se quedaba afuera de la Copa y su triste encargo estaba cumplido…
En el vestuario del Peterete United el horno no estaba para bollos. A Cayetano, obviamente, se lo querían comer crudo: “Que no podés ser tan animal”, “Ni mi mujer se hubiese mandado semejante cagada”, etc. etc. La cuestión es que, pese a que la jugada había sido un asco y una casi evidente vendida, los compañeros del “lerdo” jamás hubiesen sospechado de él. Así que ahora, luego de los reproches, todo era aliento en el vestuario: “Vamos que podemos, hay que poner huevo”. Y a Cayetano se le caía la cara de vergüenza, se sabía un traidor y eso le partía el alma en mil pedazos…
Salió a la cancha para arrancar el segundo tiempo y su mirada delataba la más pura tristeza.
Los segundos 45 minutos arrancaron y el Peterete salió con todo a buscar el empate que le podía dar el pase a la siguiente ronda de la Copa. Arrinconaba a su rival contra el arco y el gol estaba al caer. El “lerdo” era un espectador de lujo que observaba el partido desde mitad de cancha. Cada vez que había un córner, el DT le hacía señas para que vaya a cabecear al área rival, pero Cayetano se hacía el desentendido y miraba para otro lado, silbando “Rosa Rosa” de Sandro o alguna canción de Los Pasteles Verdes.
Estaba claro: el tipo no quería más problemas (no más de los que ya tenía).
Allá por el minuto 63, el número 7 del Peterete United desborda por la derecha y tras gambetear a un rústico defensor, le envía el balón al 9 –Conrado Pellón- que, sin dudar un instante, saca un remate violento que se clava en el ángulo izquierdo…
La que le faltaba, pobre Cayetano, ahora el partido estaba 1-1 y de seguir así tendría que mandarse otra “de las suyas”…
¿Hasta cuándo podría aguantar su débil corazón esa asquerosa sensación de culpa?
Después del empate la cosa estaba difícil para Cayetano, su equipo era más en la cancha que su rival y el segundo no iba a tardar en llegar.
Tenia que actuar rápido, el problema era cómo, estaba totalmente perdido, no podía hacer otro gol en contra, sería muy evidente, ¿Entonces?
Cayetano empezó a mandar a su equipo para atrás, cada pelota que recibía la mandaba al corner o al lateral sin pudor, “me picó mal”, “mirá el ladrillo que me tirás!”, “tuya!” eran las excusas elegidas por Cayeta (como le decían sus compañeros en la cancha).
Sus compañeros lo miraban mal, Cayetano no era un virtuoso con la pelota, es más, era bastante rústico, pero nunca había jugado taaaan mal! Algo olía mal…
Atrás de los carteles de publicidad había dos supuestos bomberos, que en realidad eran dos “muchachos” mandados por los “socios” de Cayeta para agarrarlo ni bien terminaba el partido si algo salía mal.
Cayetano no paraba de mirar hacia el costado, más pasaban los minutos, más miraba hacia el costado, hasta que un compañero se dio cuenta y le gritó “nos vendiste”, lo miró con desprecio y eso caló hondo en el orgullo del “lerdo”.
“Callate infeliz, hablá menos y pone más! Estás caminando la cancha” le dijo Cayetano, pero por dentro sabía que tenia razón, había hecho algo imperdonable, había traicionado a sus compañeros, esos que lo habían bancado cada vez que se le escapó un delantero, siempre que llegaba tarde a cubrir un hueco, siempre que se comía un caño, allí estaban sus compañeros para darle aliento, y él los había traicionado.
Se había quedado en blanco, cuando reaccionó, un delantero rival encaraba mano a mano al arquero, Cayetano lo empezó a correr.
El delantero rival definió cruzado, a colocar, sin mucha fuerza, el arquero alcanzo a tocarla pero la pelota iba directo al fondo de la red.
Cayetano corrió con todas sus fuerzas y llegó a la línea de gol junto con la pelota, miró al costado y los dos bomberos sonreían. No faltaba mucho para el final, con sólo tropezarse y dejar que la pelota siguiera rumbo a la red, tendría su futuro asegurado.
Miró al costado, vio a los bomberos reír y frotarse las manos, miró hacia atrás y vio a sus compañeros, unos agarrándose la cabeza y otros insultándolo por vendido. Cayetano paró la pelota con la suela, miró el piso, reflexionó unos segundos y gritó, “Laucha! Es tuya!”.
Sacó el pelotazo largo, hacia la derecha donde el extremo, el “Laucha” Bikendi (1.62m, 55kg) la bajó con el pecho y desbordó hasta el fondo donde sacó el centro perfecto para el 9 que cabeceó solo de pique al suelo como marcan los libros.
No faltaba mucho y el triunfo estaba asegurado, Cayetano sabía que no podía salir de ahí sin que lo agarraran los “bomberos” y le quebraran las piernas, así que empezó a agitar a la gente hasta que logró una invasión de campo.
Se mezcló con el público, cambió su camiseta con los hinchas y desapareció para siempre del país.
Hoy vive en el MZ, donde tiene asilo político y trabaja como entrenador en un equipo de 2ª división… en silla de ruedas.

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Programayin

1 Response to "Vidas Maxeadas - managerzone 14"

  1. Robert N. says:

    Nice blog...good luck and have a nice day :-)


    konto mlodziezowe

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